Mi nombre es Sergio Mena Vega, candidato de un partido nuevo y le vengo a proponer que vote confiado en que tendrá un gobernante de libre determinación y sin condicionamiento alguno, que puedo representar a todos los sectores, puedo escuchar a todos y tomar cualquier decisión que sea para el progreso del país, porque no le debo a nadie. Nuestro ofrecimiento no es un bien material, estamos prometiendo trabajo y mucha dedicación. Si a cuatro meses de las elecciones el 65% de los votantes están indecisos, quién quita que lo que están esperando es un partido verdaderamente nuevo como el nuestro.

 

Esta es la presentación que hace de sí mismo el candidato presidencial y primer lugar en la papeleta de diputados del Partido Nueva Generación (PNG), partido que este abogado y diplomático de carrera de 36 años, con una especialidad en derecho internacional público obtenido en la Universidad Sorbona de París, empezó a formar en mayo del 2010, a solo tres meses de la elección de la mandataria Laura Chinchilla.

 

Dicho partido es un proyecto muy serio de largo plazo, que trasciende las propuestas electoreras, pero que va a tener su primer combate en el ring en el 2014, explicó Mena, quien desde sus tempranos 17 años se estrenó en la política como presidente de la juventud socialcristiana en San Pedro de Montes de Oca; a los 19 fue elegido regidor, a los 20 presidente del Concejo Municipal sampedreño, de donde salió “desilusionado con los partidos tradicionales”.

Estudió administración pública en la Universidad de Costa Rica (UCR), se graduó de abogado en la Universidad Latina al mismo tiempo que trabajaba para pagar sus estudios; ingresó al servicio exterior y a los 24 años fue cónsul en Francia; luego encargado de negocios en la embajada en Trinidad y Tobago.

¿Don Sergio cómo surgió su idea de formar un nuevo partido político?

−A mí siempre me decían “sos muy joven” cuando intentaba hacer cosas, pero yo creo mucho en la juventud; la juventud de los años 70 se ha preparado y está lista para el servicio ya, y creo que un relevo generacional es la única forma de cambiar la política y acabar con la corrupción.

Cuando regresé a Costa Rica, a mis 30 años dije: quiero hacer un partido. Se fundó una asociación llamada Una Generación por Costa Rica, con estudiantes de la UCR y la Universidad Hispanoamericana, donde se oían opiniones sobre los problemas del país y de ahí salieron insumos. Cuando Ottón Solís perdió ante Laura Chinchilla dije, es urgente un relevo generacional, y me di a la tarea de formar el PNG. A algunos no les parecía, porque decían que la política es muy corrupta, pero unos muchachos de ciencias políticas me dijeron hagámoslo; empezamos a trabajar y encontramos un apoyo espectacular en estudiantes universitarios y profesionales jóvenes.

¿Es un partido de jóvenes?

−Todos los órganos del partido están ocupados por gente joven y un  50% por gente de experiencia. Esa va a ser la amalgama perfecta para que la juventud siempre esté en puestos elegibles, y no se les engañe con que son importantes en un partido donde no son nada.

Toda la gente es nueva, ni uno solo ha sido dirigente de otro partido; el 51% de los propuestos a cargos de elección popular son estudiantes;  llevamos 22 muchachos menores de 25 años en puestos elegibles de la Asamblea Legislativa; tres primeros lugares tienen menos de 30 años.

¿Qué sería lo primero que usted haría en el Gobierno?

−Establecer un plan de desarrollo del país, con una visión de largo plazo y hacer un relevo generacional político. Ese plan de desarrollo lo pueden hacer solo nuevos políticos, no los que están.

¿Un plan de desarrollo más en el país?

−Sí, tenemos en Costa Rica un montón de planes de desarrollo, y cómo se explica entonces que los puentes y hospitales se estén cayendo, que falten más de 80.000 km de carretera, que universidades públicas no se desarrollaron y los jóvenes se queden sin estudio, que haya una gran cantidad de profesionales trabajando de taxistas, que la gente esté sin empleo, que no haya una política ambiental efectiva y coherente; todo eso es porque no hay un plan de desarrollo de largo plazo.

¿Cómo lo va lograr?

−En Costa Rica tenemos que cambiar la mentalidad y la cultura política y eso solo se puede hacer con nuevos líderes y gente joven como (los diputados) José María Villalta, Juan Carlos Mendoza –los más jóvenes y los mejores del actual cuatrienio−, como yo y como mucha gente joven que tengamos la oportunidad de incidir en la estructura político institucional del país.

Una vez en el Gobierno lo primero es iniciar un proceso de políticas públicas encaminadas a llevar progreso económico y social a todos los cantones de Costa Rica por igual. Hay que empezar por crear empresas de servicios en el norte y en el sur, en todas las regiones; sin eso las comunidades nunca van a tener desarrollo.

Es una política pública que integra muchas cosas: una participación del sistema bancario, una función del Instituto Nacional de Aprendizaje, el Ministerio de Economía, universidades públicas, educación, capacitación. A las personas hay que darles trabajo y facilitarles el progreso.

Y ¿de dónde saldrán los recursos para eso?

−De donde salieron los miles de millones que se gastaron en la trocha, en la platina, el hueco de la circunvalación… Estoy claro que quien gobierne este país lo que va a recibir es una empresa quebrada. Entonces lo primero que voy a hacer es identificar adónde se está yendo la plata. Por otro lado hay evasión en el pago de impuestos, los empleados públicos son los que están sosteniendo el pago del impuesto a la renta, hay que ir a buscar a los profesionales independientes y a los altos pisos y las torres de negocios en Escazú y Santa Ana. O sea, hay que cobrar y si se cobra sobra.

¿Entonces cree que no se necesita reforma fiscal?

−Sí, pero para mí la reforma fiscal no tiene que ver con crear nuevos impuestos como dice Ottón Solís. Con qué moral un presidente de Costa Rica va a crear nuevos impuestos, con todo lo que se han robado en la administración pública. La reforma fiscal tiene que ver más que todo con darle autonomía total y más herramientas a la Dirección de Tributación Directa para cobrar.

¿Y qué hacer para acabar con la corrupción, el problema número uno en la opinión mayoritaria de los costarricenses?

−Primero, tener un relevo político generacional. Mientras se siga llevando al poder a los mismos que están, todo seguirá igual. Si sabemos que el árbol da mal fruto ¿por qué no plantar uno nuevo?

En otros  temas polémicos, ¿cuál es su posición sobre el aborto, la fecundación in vitro y el reconocimiento legal de las parejas del mismo sexo?

−No apoyo el aborto. Respecto a la fecundación in vitro, creo que cualquiera que llegue como  presidente lo que debe hacer es cumplir con el mandato de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y buscar la forma de poner a funcionar esa técnica de reproducción asistida.

En cuanto a la unión civil de personas del mismo sexo, no tengo ningún problema con que dos personas del mismo sexo comparezcan ante notario público y unan su patrimonio y todo; en nomenclatura no estoy de acuerdo con que se llame matrimonio, que es un sacramento para el hombre y la mujer, ni con que las parejas de personas del mismo sexo adopten niños, porque ahí va un interés superior del menor que no está siendo consultado.